martes, 16 de julio de 2013

Tomado de la Lista "En Transición"

(Visitar Cinemateca y ver In transition 2.0)

Click: Presentación y pedido de orientación  

Enviado por: "Horacio Drago" vartec@gmail.com

Mar, 16 de Jul, 2013 

Hola Mario,  se me ocurren algunas reflexiones a partir de tu mensaje. En principio es indiscutible que todos los seres humanos tenemos el derecho de decidir dónde vivir, eso por supuesto queda fuera de cualquier cuestionamiento. Sin embargo cada vez que escucho o leo que la gente piensa venirse a la Comarca Andina en busca de su transición personal, me resuena mucho una frase que se menciona al principio de la película In Transition 1.0 y que dice algo así como que se trata de un proceso "muy enfocado en tu propio lugar, en la tierra donde tenés apoyados los pies ahora, donde hay que reconstruir las redes de resiliencia y reconfigurar nuevamente la vida a partir de ello".

¿Entendemos la profundidad de ese mensaje?

Muchas veces cuando hablamos de lo que significa esta transición solemos recurrir a la trillada metáfora del Titanic, que no por trillada deja ser útil para representar cabalmente lo que está sucediendo con nuestra civilización urbano-industrial. Hay por supuesto diferencias bastante gruesas, una de ellas es la escala de tiempo en que suceden los hechos. Por ejemplo, desde que el Titanic chocó con el bloque de hielo gigante que selló su suerte hasta que finalmente el casco colapsó y se precipitó al fondo del mar, transcurrieron algo así como dos horas y media. 

Por su parte a la civilización industrial, tal como la conocemos, le quedan unos 10 a 20 años de vida según las estimaciones más optimistas, período al cual podríamos llamar "la cuenta regresiva de la transición", que según el consenso de los estudiosos más respetados en la materia, debemos contarlos aproximadamente desde los años 2006-2008, época en que la forma de vida insostenible que supimos construir colisionó de manera evidente con los límites naturales del planeta. O sea, tenemos un puñado de años por delante que son algo así como las dos horas y media del Titanic. Lo que hagamos en este tiempo es crucial para nuestro futuro, de la misma manera que lo fue para quienes iban en el barco.

¿Vamos a salir corriendo hasta el otro extremo de la nave con la ilusión de poder subirnos a alguno de los pocos botes salvavidas que nos dijeron que existen allá? ¿Somos conscientes que si todos hacemos lo mismo podemos sobrecargar esos botes inclusive aún a riesgo de hundirlos? ¿O tal vez nos pondremos a construir balsas sin más demora con los materiales disponibles en el lugar donde tenemos ahora los pies apoyados y con la gente que está aquí a nuestro lado?

Me pregunto qué pasaría si tan sólo un 0,1% de la población de las grandes ciudades decidiera irse a vivir a alguno de los por ahora muy escasos sitios con perfil transicionista que existen en el mundo. Las balsas que hay hasta el momento son pocas y frágiles. En vez de correr hacia esos salvavidas ilusorios, ¿no será mejor ponerme a construir una buena balsa en mi barrio en el vital tiempo que aún podamos mantenernos a flote?

Hay un grupo transicionista muy activo en Barcelona. A veces la transición sucede más cerca de lo que creemos, pero por algún misterio inexplicable solemos verla más claramente al otro lado del mundo... 

Saludos afectuosos desde la Patagonia

PD: Estos pensamientos no están dirigidos a ningún caso particular, son más bien una reflexión general acerca de un fenómeno que observo como muy recurrente. La idea de irme a vivir a una isla permacultural no tiene nada que ver con la visión de la transición. La transición en todo caso es permacultura a escala masiva, en el norte industrializado o en el sur que aún pretende en vano industrializarse, en las ciudades cosmopolitas, en los barrios suburbanos o en el campo. Para que esto tenga algo de sentido necesitamos sembrar la visión de la transición en todo el mundo, en todas las regiones y en todas las culturas, principalmente en el lugar donde tengo los pies ahora.